Es la pura verdad, ya que es un disco con una luminosidad extrema, sonidos que irradian positivismo (alejándose de su anterior “Shrine Of The New Generation Slaves”) y una calma perpetua que nos hacen pensar que por más que pasen los años, el cuarteto seguirá teniendo la fórmula mágica de la conversión de sentimientos en sonidos y, como si de una epidemia altamente contagiosa se tratase, la sinestesia se apoderará de nosotros desde los primeros acordes…
Todos tenemos claro que a partir del disco “Anno Domini High Definition” la banda viró tangencialmente hacia sonidos más setenteros, progresivos de los 70s para ser más específicos, cosa que en su siguiente disco conservaron quizás dándole un poco más de oscuridad, incluso jazzeándolo, y para esta nueva entrega “Love, Fear And The Time Machine” hay un poco de todo aquello, pero como comencé diciendo hay más luz, sonidos ultra-melódicos y confortables para nuestros oídos y muchos, bastantes, recuerdos a la década de los ochenta. Mucha culpa de esto, son los tonos elegidos por el vocalista Mariusz Duda para explayarse durante la hora de duración del CD.
Lost (Why Should I Be Frightened By A Hat?) es la cálida apertura que trae consigo el disco. Casi la mitad de la canción se presentará con la voz y primero acompañado por unos místicos synths, para luego poco a poco darle paso a las guitarras. Conmovedor a la vez que emotivo, apasionante murmullo que atronará nuestra audición y robará nuestra atención. Con la entrada del resto de la banda, un contundente y punzante bajo y un sensitivo solo de guitarra, nuestra mente continuará en una agradable travesía quimérica. Under The Pillow, al igual que su predecesora, comenzará murmurante pero con el correr de los segundos la expectación crecerá y la atmósfera setentera se irá construyendo ladrillo a ladrillo hasta confluir en uno de los mejores solos de guitarra de todo el disco, ejecutado magistralmente por Piotr Grudziński.
Mi momento del disco llega con #Addicted. Es extremadamente difícil no convertirse en un adicto de esta canción, sinceramente, su comienzo me resulta muy JOY DIVISION con ese bajo como actor principal y a los pocos instantes de que la voz haga acto de presencia, la imagen del gran MORRISSEY se nos desdibujará en la cabeza. Es una preciosidad de canción, cuidada al milímetro cada uno de sus acordes y compases que paulatinamente nos irá ganando y conquistando sigilosamente. A partir del minuto 3.00 esa guitarra nos devolverá a THE CURE en su máximo esplendor. No puedo dejar de escucharla, no puedo desprenderme de ella….
Nuevamente un intrínseco bajo, acompañado de la voz, nos dará la bienvenida en Caterpillar And The Barbed Wire, Esta canción nos transportará a su anterior disco, por su forma, su ambientación y su sincopático comportamiento. Otro de los grandísimos momentos en el disco vendrá de la mano de Saturate Me. Se podría explicar como ‘la canción perfecta’ para enseñarle a alguien que no conozca la banda. Es un extracto, una sinopsis de los tres últimos discos del cuarteto polaco. Comienzo abarrotado de melodías setenteras que alternándose con una esmerada y meticulosa guitarra inadvertidamente nos irá sumergiendo en un piélago vibrante que irá construyéndose gracias a la cálida voz de Mariusz Duda y unos elegantes sintetizadores de Michal Lapaj. En ciertos momentos, dispersos compases, me recuerdan a los últimos ANATHEMA dónde pausadamente evolucionan su sonido hasta llegar al pináculo y explotar. Siete minutos de auténtico recreo para nuestros sentidos.
Afloat además de ser el tema más corto, es el más lúgubre y grisáceo de los diez que conforman el disco. El bajo, la voz y unos lejanos teclados se acomodarán en escena hasta la llegada de una elegante guitarra acústica. En Discard Your Fear encontraremos otro de los momentos culmines del disco. Desde el mismísimo instante en que los sintetizadores nos abren la puerta y se van fusionando con el bajo y la batería, vaticinaremos que algo excepcional nos sobrevolará. La voz se torna más melodiosa aún para desembocar en uno de los más emotivos y más transmisor de sentimientos estribillo de todo el larga duración.
Towards The Blue Horizon es conmovedora, enternecedora y en ciertos pasajes me recuerda a los primeros ANGRA, con Matos a la voz. Esa conjunción de guitarras acústicas, melódica voz y baterías apacibles y alejadas lo hacen posible. Sosegada y tranquila, hasta su ecuador, nos roba una porción de nuestra razón para posteriormente introducirnos en un infinito laberinto vibrante, donde todo comienza y acaba en la prodigiosa década de los setenta. En el final, repetirán fórmula, primero volviendo al sosiego y a posteriori progresiva. Time Travelers es otra pieza mágica dentro del disco, de esas que se nos queda resonando y rebotando por nuestras cabezas por un buen tiempo. Acústica, íntima, personal, susurrante, floydeana y recomendablemente ideal para que tan sólo la luna nos ilumine en una despejada noche y, bajo las estrellas, zambullirnos en cada delicado y perfecto fraseo que Mariusz Duda nos regala. Los últimos noventa segundos son sencillamente impecables, magníficos, en pocas palabras, perfectos…
Con Found (The Unexpected Flaw Of Searching) lamentablemente llegaremos al final. Musicalmente es una continuación de su predecesora, también floydeana, Gilmoureana para más datos y el perfecto punto y final para terminar nuestro viaje a través de los sentidos, las emociones y la delicadeza convertida en música.
Quizás es tópico decir lo de ‘lo han vuelto a hacer…’ pero cada nuevo disco de RIVERSIDE es un paso más, un asentado y firme paso, hacia la búsqueda de su propio sonido, donde la experimentación y los sentimientos juegan papeles importantísimos.
Otro de los grandes discos que nos regalará este 2015 y, que seguramente y al menos para mí, perdurará en el tiempo, por mucho tiempo…